30 marzo, 2016

La Regularidad

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De manera sencilla, podríamos definir la Regularidad Masónica, concepto de esencial importancia y no siempre destacado debidamente, como la argamasa que une y homogeneiza la actividad, los rituales, símbolos y herramientas de toda la fraternidad masónica universal, confiriéndole un caracter de permanencia y salvaguarda de sus tradiciones ancestrales.

Técnicamente es el reconocimiento de la comunión de creencias, de objetivos y de formas, externas e internas de todos los masones esparcidos sobre la faz de la Tierra, que así, conforman un solo cuerpo. Ese reconocimiento se materializa formalmente entre las Grandes Logias o Grandes Orientes, también conocidos como Obediencias, de ámbito nacional y, se canaliza a través de ellas a todas las logias provinciales y locales dependientes de ellas.

La Regularidad Masónica no es, sin embargo una superestructura que asfixie la libertad e iniciativa de las logias que se hallan bajo su tutela; más bien, usando el simil jurídico, actúa como Ley Marco delimitadora pero flexible.

Desde el nacimiento de la Masonería moderna o especulativa, con la constitución en 1717 de la Gran Logia de Londres -desde la secular Masonería operativa o antigua- se estableció la costumbre del mutuo reconocimiento entre sí de aquellas Grandes Logias o Grandes Orientes que por cumplir con ciertas normas se reconocen mutuamente regulares, es decir, que siguen estrictamente las primitivas normas de la Orden.

En nuestros días, para que una Obediencia sea reconocida regular por las demás, debe acreditar que cumple con una serie de principios básicos, de los que mencionaremos solo algunos para no extendernos demasiado:

  • Regularidad de origen: toda Gran logia deberá ser regularmente establecida por una Gran Logia reconocida o por tres o más Logias regularmente constituidas.
  • La creencia en el Gran Arquitecto del Universo y de su voluntad revelada, debe constituir una obligación esencial para todos sus miembros.
  • Que la Gran Logia debe tener jurisdicción soberana sobre las Logias bajo su obediencia; que por lo tanto debe ser responsable, independiente y con gobierno propio, con la sola e indiscutible autoridad sobre los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro Masón en toda su jurisdicción y no debe, en ningún caso estar sujeta a compartir dicha autoridad con cualquier otro poder que reclame algún control o supervisión sobre estos grados.
  • Que las discusiones sobre religión o política deben de ser estrictamente prohibidas en las Logias.
  • Que los antiguos Principios, Usos y Costumbres, así como los Landmark de la Orden deben ser estrictamente observados.

Habiendo sido aceptada por la mayor parte de las Grandes Logias Regulares del mundo una Regla de Doce Puntos, que reseñamos a continuación, cuyo cumplimiento es exigido por todas ellas para obtener el reconocimiento como Obediencia regular:

  1. La francmasonería es una Fraternidad iniciática, que tiene como fundamento tradicional la creencia en Dios, el Gran Arquitecto del Universo. Por ello, es radicalmente falsa la existencia de una «Masoneria Regular adogmática».
  2. La Francmasonería se basa en los «Antiguos Deberes» y en los «Landmarks» de la Fraternidad; especialmente en cuanto al absoluto respeto a las tradiciones específicas de la Orden, esenciales para la regularidad de la Obediencia.
  3. La Francmasonería es una Orden a  la cual no pueden pertenecer más que los hombres libres y de buenas costumbres, que se comprometan a poner en práctica un ideal de Paz, Amor y Fraternidad.
  4. La Francmasonería tiene como objetivo el perfeccionamiento moral de sus miembros, así como el de la humanidad entera.
  5. La Francmasonería impone a todos sus miembros la práctica exacta y escrupulosa de los rituales y simbolismos, como modo de acceso al Conocimiento por las vías espirituales e iniciáticas que le son propias.
  6. La Francmasonería impone a todos sus miembros el respeto a las opiniones y creencias de cada uno. Prohibe en su seno toda discusión o controversia política o religiosa.
  7. Los Francmasones toman sus obligaciones sobre un Volumen de la Ley Sagrada, con el fin de dar al juramento o promesa prestados sobre el mismo el carácter solemne y sagrado indispensable para su peremneidad.
  8. Los Francmasones se reunen, fuera del mundo profano, en Logias donde deben estar siempre presentes las Tres Grandes Luces de la Orden: un libro de la ley Sagrada, una escuadra y un compás, para trabajar según el rito, con celo y asiduidad conforme a los principios y reglas prescritas por la Constitución, Estatutos y Reglamentos Generales de la Obediencia.
  9. Los Francmasones no deben admitir en sus Logias mas que hombres, de reputación perfecta, personas de honor, leales y discretos dignos bajo todo punto de vista de ser hermanos y aptos para reconocer los límites del dominio del hombre y el infinito poder eterno.
  10. Los Francmasones cultivan en sus Logias el amor a la patria, el sometimiento a la leyes y el respeto a las autoridades constituidas y, consideran el trabajo como el deber primordial del ser humano.
  11. Los Francmasones contribuyen, por el ejemplo activo de su sabio, viril y digno comportamiento, al esplendor de la Orden, dentro del respeto al secreto masónico.
  12. Los Francmasones se deben mutuamente ayuda y protección fraternales, aun en caso de peligro de su propia vida. Practican el arte de conservar, en toda circunstancia, la calma y el equilibrio indispensables para una perfecta maestría de sí mismos.

En España, la Obediencia reconocida por la Masonería Regular Universal es la Gran Logia de España, de la que la Respetable Logia Santiago Ramón y Cajal nº 35 forma parte.